viernes, 29 de mayo de 2009

Leopoldo Alas Clarin


Leopoldo Alas Clarin Novelista español. Aunque nació en Zamora, donde su padre había sido nombrado gobernador civil, era de familia asturiana y a partir de los siete años vivió en Oviedo, ciudad a la que le uniría una estrecha relación y que se convertiría, de alguna manera, en la protagonista de su obra maestra, La Regenta. Estudió en Oviedo, con brillantes calificaciones, tanto en el colegio como en la universidad. Muy joven manifestó una exaltada afición por la literatura y una notable aptitud para el teatro y el periodismo satírico.Con el seudónimo de Clarín, se convirtió, a partir de 1875, en uno de los colaboradores más activos de la prensa «democrática». En 1883 contrajo matrimonio y obtuvo la cátedra de economía y estadística en la Universidad de Zaragoza. Al año siguiente logró su traslado a la Universidad de Oviedo, donde enseñó derecho romano, actividad que alternó con las de articulista y escritor. Sus artículos literarios y satíricos, publicados mayoritariamente en la revista Madrid Cómico, alcanzaron gran popularidad, pero su mordacidad le valió numerosas enemistades e incluso algún duelo. A su llegada a la capital asturiana, emprendió la redacción de La Regenta, cuyo primer volumen aparecería en 1884. Dentro de su producción crítica destacan los Folletos literarios, una serie de ocho opúsculos publicados entre 1886 y 1891. Lector infatigable y estudioso concienzudo, sus más de dos mil artículos filosóficos, políticos y literarios publicados lo convirtieron en el mayor crítico literario de su tiempo, y en una autoridad intelectual influyente y respetada. Para él, la posibilidad del progreso social estaba íntimamente ligada al progreso moral del hombre. Esa nueva orientación lo llevó a concentrarse más en su obra literaria y a revisar sus convicciones positivistas. Para Clarín, no hay valor auténticamente humano que no sea valor de interioridad. De ahí sus implacables críticas a la Iglesia institucional y su repugnancia por la falsedad, la impostura y la hipocresía, componentes centrales de la sociedad provinciana y decadente que describe magistralmente su novela La Regenta.

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